“Cuando pase el temblor»…Soda Stereo
Dar el paso hacia una nueva vida implica mucho más que cambiar de lugar. Es entrar en un territorio desconocido, donde lo familiar deja de estar al alcance y cada pequeño detalle del día a día puede convertirse en un desafío. Adaptarse a nuevas formas de vivir, establecer relaciones y encontrar un sentido de pertenencia no siempre sucede de inmediato. En este proceso, es común sentir momentos de incertidumbre, dudas sobre el futuro o la sensación de estar caminando sin una base firme bajo los pies.
La ansiedad migratoria es una respuesta a estos desafíos. No se trata solo de estrés o preocupaciones diarias; es la sensación persistente de alerta, el miedo a no encajar, la duda constante sobre el futuro. Puede manifestarse en el insomnio, en la dificultad para concentrarse, en la sensación de estar siempre en movimiento sin encontrar un punto de descanso.
Ansiedad generalizada vs. ansiedad migratoria: ¿cómo diferenciarlas?
Aunque ambas pueden generar preocupación intensa, la diferencia principal está en su origen y en la manera en que influyen en la vida cotidiana. Es completamente normal sentir ansiedad o estrés en distintos momentos del proceso migratorio; después de todo, adaptarse a un entorno nuevo implica desafíos emocionales y prácticos. Sin embargo, cuando estas sensaciones persisten en el tiempo, se intensifican o interfieren con la capacidad de disfrutar la vida diaria, es importante reconocerlas y buscar formas de abordarlas con estrategias psicológicas adecuadas.
- Ansiedad generalizada: Es un estado de preocupación excesiva y persistente que abarca múltiples aspectos de la vida. Puede aparecer en cualquier momento y no está necesariamente vinculada a una experiencia específica. Algunos de sus síntomas incluyen:
- Pensamientos intrusivos y anticipación de problemas futuros, incluso cuando no hay razones claras para ello.
- Fatiga, sensación de estar en alerta permanente y dificultades para concentrarse.
- Tensión muscular constante, dolores corporales sin causa médica aparente.
- Problemas digestivos como acidez, náuseas o colon irritable sin una causa médica clara.
- Palpitaciones o sensación de opresión en el pecho sin razón aparente.
- Episodios de mareo o sensación de despersonalización (sentirse desconectado de uno mismo o del entorno).
- Ansiedad migratoria: Surge en el contexto de la migración y está directamente relacionada con la adaptación a un nuevo entorno. Puede desarrollarse en respuesta a la incertidumbre del proceso migratorio y la sensación de no pertenencia. Algunos de sus síntomas incluyen:
- Preocupaciones recurrentes sobre la integración, el idioma, el trabajo y la estabilidad en el nuevo lugar.
- Miedo a no encajar o ser rechazado, lo que puede llevar a evitar situaciones sociales.
- Nostalgia persistente por la vida anterior, generando dificultad para conectar con el presente.
- Cambios físicos como insomnio, tensión en la mandíbula, opresión en el pecho o alteraciones en el apetito.
- Sensación de agotamiento emocional por la necesidad de estar constantemente adaptándose a nuevas situaciones.
- Incertidumbre financiera persistente, generando miedo al desempleo y dificultad para tomar decisiones debido a la falta de seguridad económica.
- Sensación de estar siempre en «modo supervivencia», con miedo constante a no poder sostenerse solo en el nuevo entorno.
Por otro lado, también es importante diferenciar la ansiedad migratoria del estrés migratorio, que suele ser una reacción más puntual:
- Estrés migratorio: Se presenta cuando enfrentamos exigencias concretas, como resolver trámites, encontrar un lugar donde vivir o adaptarnos a nuevas rutinas. Sus síntomas incluyen cansancio, irritabilidad, tensión muscular y dificultad para concentrarse. A diferencia de la ansiedad migratoria, el estrés migratorio tiende a disminuir una vez que la persona se adapta y logra resolver los aspectos prácticos de su nueva vida.
Si bien todas estas experiencias pueden coexistir en distintos momentos del proceso migratorio, identificar si la ansiedad se mantiene en el tiempo, se intensifica y afecta tu vida diaria, puede ser una señal para que busques ayuda profesional.
Algunas herramientas prácticas para gestionar la ansiedad migratoria
La ansiedad no desaparece de un día para otro, pero existen herramientas concretas que pueden ayudar a reducir su impacto y recuperar, poco a poco, una estabilidad emocional:
- Ejercicio de respiración 4-7-8
- Inhalar durante 4 segundos, retener la respiración por 7 y exhalar lentamente durante 8. Esta técnica calma el sistema nervioso y reduce la sensación de alerta.
- Diario emocional
- Escribir pensamientos y emociones ayuda a organizar ideas y descargar la mente.
- Movimiento consciente
- Caminar, bailar, practicar yoga o hacer estiramientos ayuda a liberar tensión acumulada.
- Crear una rutina de autocuidado
- Establecer pequeños rituales diarios, como tomar una infusión o escuchar música, puede generar sensación de estabilidad.
- Conectar con una red de apoyo
- Buscar comunidades de migrantes, grupos de interés o personas que hayan pasado por experiencias similares ayuda a combatir la sensación de aislamiento.
- Buscar apoyo profesional
- Si sientes que la ansiedad migratoria está afectando tu bienestar de forma persistente, impide que realices tus actividades diarias o genera un malestar emocional intenso, puede ser momento de buscar apoyo psicológico.
El valor del acompañamiento
No siempre es fácil hablar de ansiedad, pero muchas personas que han migrado han experimentado sensaciones como estas en algún momento. La ansiedad migratoria puede sentirse abrumadora, pero no tienes que atravesarla solo/a. Consultar a un especialista en salud mental puede brindarte herramientas concretas para gestionar el estrés, la incertidumbre y la adaptación a un nuevo entorno. La terapia ofrece un espacio seguro donde explorar tus emociones y desarrollar estrategias personalizadas para afrontar los desafíos del proceso migratorio. Pedir ayuda es un acto de autocuidado y un paso hacia una transición más equilibrada. En Caleidara, creamos espacios donde puedas sentirte acompañado/a en cada etapa de tu camino.